viernes, 17 de julio de 2015

Los franceses siempre fueron la mosca cojonera de España

17 de julio de 1691 

Asedio de Alicante


Cf. V. Boix y R. Viranvens y Pastor (de la Crónica de Alicante).
En esta fecha España combatía contra los Borbones encarnados en Luis xiv, y tal día como hoy, la Escuadra francesa fondeó en las aguas de Barcelona, y después de arrojar algunas bombas se dirigió a los Alfaques de Tortosa.
Los tripulantes de los buques de la costa que llegaban al puerto de Alicante, aseguraban que la escuadra visitaría nuestros mares.
Los temores de los Alicantinos se confirmaron tres días después. En la mañana del 20 de julio las milicias se atrincheró en las proximidades de la Playa de Baver (Babel), para asegurar la defensa del arrabal de San Francisco.
El municipio de Alicante despachó en el mismo día 20 algunos postas con pliegos dirigidos a los señores territoriales y concejos de los pueblos pidiendo el envío de sus compañías de socorro ordinario y extraordinario, aprestándose a verificarlo la ciudad de Orihuela y las villas de Jijona, Onil, Castalla, Biar, Ibi, Elda, Novelda y Monforte, las cuales se comprometieron a mantener a su costa las fuerzas que enviaron.
En la tarde del 21 de julio de 1691 se avistó la armada francesa, compuesta de catorce navíos, veinticinco galeras, tres pontones y nueve embarcaciones menores, reduciéndose toda la defensa de Alicante a cuatro compañías de austriacos que guarnecían el castillo. El virrey del reino, marqués de Castel Rodrigo dejó abandonada la ciudad y los habitantes hubieron de tomar las armas para resistir el ataque de la escuadra.

La aurora del día 25 de julio debía ser funesta para los alicantinos, que, privados de municiones y con insuficientes defensores no les quedaba otro recurso que rendirse. Pero a la salida del sol descubrieron en el Cabo de la Huerta un bergantín de guerra que pertenecía a la escuadra del conde de Aguilar. La escuadra española, con ochenta velas, se aproximaba por estribor del navío almirante francés. Entonces los sitiados fueron los agresores, y el conde Etress se vio obligado a levantar el sitio de una ciudad desmantelada y sin guarnición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario